Dame todo lo que tengas, dame toda tu ambici?n, dame el cuerpo, dame tu alma, dame todo tu sudor.Dame vida, dame sue?os, dame tu respiraci?n.Dame todo, dame nada, dame toda tu ilusi?n.

VIDEO DAME TODA TU ILUSIÓN

miércoles, 25 de junio de 2008

myspace temporal


un saludo a todos y gracias por el interés que han venido mostrando por el CERO . de momento estamos dejando el myspace de una manera provisional con una probadita del arte y una probadita de la música del cd. estamos de momento en espera de que se cierren un par de cosas para informarles en cuanto esté terminado el disco completo y darles lo que será el myspace oficial del CERO .

FLY

_hoy, sólo tengo lluvia
-lluvia // CERO ABSOLUTO

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ay guey...Ahí viene el CERO. Ahora sí con todo. La mejor de las vibras. Un abrazo enorme y pendientes de su proceso,

Exilius Mina.

VIDEO DOMINGO

Elegir es una opción que no siempre se cumple.


Como cuando transitamos una carretera poblada de niebla y súbitamente descubrimos que las luces del coche no funcionan. Parcialmente cegados, abordados por el terror, aflojamos el pie del acelerador. Maldecimos ante el control extraviado. Abrimos paso al instinto. Quedamos expuestos. Lo incierto gobierna.


Nos encomendamos a lo divino. A la esperanza de que la luz se filtre de pronto y despeje el nudo que ejercen las sombras. O simplemente bloqueamos la idea de ser devorados por la obscuridad y su noche inacabable.


La carretera es el constante mareo. El asalto de las preguntas. La desesperada lucha por resolverlas. La niebla, el obstáculo que lo impide.


En ocasiones todo intento resulta en vano.


Arriba la visibilidad repentina. La salida forzosa del camino. El barranco por el que nuestro coche precipita. El último grito.


El Cero Absoluto nos congela ahí. Invitándonos a recorrer el caos de la razón, la mirada interior.


Adormecidos en la confianza del vuelo, despertamos en el vértigo de la caída.


“Siempre te conformas con caer”, sentencia la Alegoría Roja.


Nos ponemos el traje de baño y saltamos a la piscina de sal. El agua nos deshidrata, nos debilita. Nos ancla al fondo. La urgencia de emerger a tomar aire es extrema, la posibilidad lejana. Todo duele.


“Duele el corazón”, bajo el ardor de las Lágrimas Plateadas.


Con el rostro volteado al cielo. Con la quijada abierta. Con las palmas extendidas hacia fuera. Con los párpados empapados. Con las cuencas repletas, las gotas se desbordan. Los charcos se extienden, las aceras se inundan, los ríos arrasan.


“El agua se me escapa entre los dedos”, al padecer la Lluvia.


En la casa de los espejos la imagen devuelta está deformada. Los sentidos nos engañan. La realidad es insoportable. Nuestras carnes flacas o absurdamente abombadas buscan la salida a toda prisa, temerosas de quedar atrapadas. Así.


“Un verso roto y un hogar aquí”, susurra un Espejo en Espiral.


Enredados en la telaraña de las tinieblas, aguardamos. Nuestros latidos son tambores alarmados que cesarán cuando el reloj de arena se cumpla. No la vemos. Pero sabemos que por ahí ronda la araña que nos dará fin.


“Regresar al amanecer”, es la súplica… Divina Obscuridad.


En la primavera la claridad abraza. El calor suda la memoria. Florecen historias, se renueva la voz. Perseguimos energía, abrimos los poros para absorber semillas. Y fecundar. Lo que sea. Generalmente sed.


“Quiero que me digas en donde duerme el sol”, exige alguien en el Reservado.


Nos sabemos solos. Hormigueamos alrededor del vacío cargando migajas. Edificamos para luego derrumbar. En ciclos que no cesan. Entre escombros imploramos equilibrio. Reina la locura. Y no hay quien pueda amarrarla. Comprendes.


“No sé por qué mi alma no se termina de secar”. Te cuestionas. Con Sal en las Venas.


El oxígeno sirve de poco cuando los pulmones sangran. Cuando la mente tortura. Es mejor tragar tierra. Aplastar sólidos. Arrancar de raíz lo que sabemos. Desconectarnos. Poner la pantalla en blanco. Preferible a inhalar agujas.


Un vago recuerdo de la luz me quiere diluir”. Te confieso. No Quiero Respirar.


Procesamos ficción que compramos como verdad. Descubrimos la malformación. El error profundo que devasta. Extirpamos la infancia, las oraciones. Remolinos de frases quebradas. Rebotadas por la sordera abismal.


“Vivir creyendo que no moriré jamás”. Otra cosa. Dime.


Cojos. Mutilados de alguna extremidad, sobrevivimos. Nos abrimos paso a rastras. Optamos por permanecer. Nos imantamos a la Tierra, aún lisiados. La derrota es lo más probable pero el horror a extinguirnos es más poderoso.


“No te culpo al dudar”. Al cruzar el Puente.


Nos vamos. Caemos en nuestro coche. Quisiéramos despedirnos, abrazar a nuestros seres queridos. Lamentamos los proyectos inconclusos, la gente que dejamos, los hijos que no tuvimos, las heridas que no cerramos. Los árboles se acercan, las rocas se preparan para el impacto.


Apretamos los músculos. Nos aferramos a lo que sea. Quisiéramos ser parte de la pesadilla de alguien. Despertar jadeando, con la frente sudada. Reír y agradecer el calor de nuestras camas. La luna que se cuela por la ventana. Quisiéramos que algo evitara el final. Una mano providencial, una alfombra de flores. Una superficie de hule espuma.


Estalla el parabrisas. Los neumáticos son expulsados. El espacio se comprime, los fierros se doblan, giramos en un torbellino furioso.


Las sensaciones se extinguen.


En el rincón más húmedo del inconsciente, empotrada en el último aliento, nos aguarda la Divina Obscuridad.


GIOVANNI MINA OSORNO